Quan la fragilitat troba sortida en una valentia sense límits, trobem la nova heroïna del segle XXI: la Lisbeth. I descobrim una nova manera d'entendre la justícia que, vist potser amb massa optimisme, podria canviar el món.
EL PRINCIPIO SALANDER:
"Un cabrón es siempre un cabrón; y si puedo hacerle daño descubriendo sus mierdas, es que entonces lo tiene bien merecido. Sólo pago con la misma moneda."
"La rebeldía de Lisbeth proviene de ver lo mismo que nosotros: la prostitución forzada, la violencia machista, el hambre del tercer mundo; unos políticos esperpénticamente populistas, los desastres humanitarios de Bosnia o Sudán, donde intervenimos cuando solo quedan cadáveres, o el retransmitido en directo fin de los polos.
Seguro que ella haría suya, como la pareja de Larsson, la frase de Lillian Hellman ante McCarthy: «No puedo acortar mi conciencia para acomodarla a la moda de hoy».
Quizá Lisbeth atrae porque ha sido capaz de vehicular una respuesta a la impotencia que la mayoría de los humanos sentimos ante una realidad incontrolable, de dar salida a tamaña perplejidad. Y quizá deberíamos temerla porque simboliza una generación que no especula, que no juega a la política para enriquecerse, que ni tan siquiera contempla robar para acceder a nuestro paraíso consumista.
Ni el propio Larsson supo si calificarla de autista, de sociópata o de futuro. Lisbeth, por un lado, es una lejana escandinava de ficción a quien ya le podemos poner un rostro moreno de artista. Pero ha sido engendrada por nosotros, por nuestra educación, porque su motivación vital, la razón de su fuerza, es la venganza."
(Profesor del Departamento de Dirección de Márketing de Esade)
"No hay inocentes, sólo distintos grados de responsabilidad" (Lisbeth Salander)
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